El Consejo de la Unión Europea ha aprobado la propuesta presentada por la Comisión Europea para prohibir completamente las importaciones de gas ruso a partir del 1 de enero de 2028. La medida también incluye el veto al tránsito del gas ruso a través de territorio europeo con destino a terceros países, marcando un nuevo paso en la estrategia de independencia energética del bloque.
Contexto y objetivo
Tras el conflicto iniciado en Ucrania en 2022, la Unión Europea ha buscado reducir progresivamente su dependencia del gas ruso, que antes representaba más del 40 % de sus importaciones energéticas.
La nueva legislación consolida ese proceso y busca evitar que Moscú siga utilizando la energía como herramienta geopolítica.
- A partir del 1 de enero de 2028, quedarán prohibidas todas las compras directas de gas natural ruso.
- Desde esa misma fecha, no se permitirá el uso de gasoductos europeos para transportar gas ruso hacia terceros países.
Transición energética y sustitución de fuentes
Bruselas ha acelerado su política de diversificación energética mediante acuerdos con Noruega, Estados Unidos, Argelia y Catar, además del impulso a las energías renovables dentro del bloque.
El objetivo es que, para finales de la década, al menos el 45 % del consumo energético europeo provenga de fuentes renovables, reduciendo la exposición a tensiones geopolíticas.
La presidenta de la Comisión Europea señaló que esta medida “garantiza la soberanía energética de Europa y protege su economía de futuras presiones externas”.
Implicaciones económicas y geopolíticas
- Rusia perderá uno de sus principales mercados energéticos, lo que podría afectar su balanza comercial.
- Europa deberá mantener precios competitivos mientras avanza la transición hacia fuentes limpias.
- La medida podría generar tensiones adicionales en los países del este de Europa, especialmente aquellos que aún dependen parcialmente del gas ruso.
Analistas consideran que esta decisión es tanto energética como estratégica, consolidando el desplazamiento estructural del continente hacia una economía post-fósil y menos vulnerable.
Conclusión
Con esta decisión, la Unión Europea da un paso definitivo para romper su dependencia del gas ruso y consolidar su autonomía energética. A partir de 2028, el continente se apoyará en nuevas alianzas y tecnologías para abastecer su demanda, marcando un punto de inflexión en la política energética global.
